ÐÏࡱá ; þÿ ç þÿÿÿ þÿÿÿ è é ÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿ ÓÌA á °Á â \ p liferay B °a = œ ¯ ¼ = h\:¾#8 X@ " · Ú 1 È ÿ Arial1 È ÿ Arial1 È ÿ Arial1 È ÿ Arial1 È ÿ¼ Arial1 È ¼ Arial "$"#,##0_);("$"#,##0) "$"#,##0_);[Red]("$"#,##0) "$"#,##0.00_);("$"#,##0.00)% "$"#,##0.00_);[Red]("$"#,##0.00), * ' _(* #,##0_);_(* (#,##0);_(* "-"_);_(@_)5 ) 0 _("$"* #,##0_);_("$"* (#,##0);_("$"* "-"_);_(@_)4 , / _(* #,##0.00_);_(* (#,##0.00);_(* "-"??_);_(@_)= + 8 _("$"* #,##0.00_);_("$"* (#,##0.00);_("$"* "-"??_);_(@_)à õÿ À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à õÿ ô À à À à + õÿ ø À à ) õÿ ø À à , õÿ ø À à * õÿ ø À à õÿ ø À à À à À “ €ÿ“ €ÿ“ €ÿ“ €ÿ“ € ÿ“ €ÿ` … Ư STR_TURISMOŒ ® ü ù ArticleId Title Description Icon Dirección Teléfono Teléfono alternativo Fax E-mail Web Horario y tarifas Más información Documento Enlace Imagen de galería Categories Tags DisplayDate 645145 02. Cultura y Tradición Piñonera$ /documents/301583/635713/mondar2.jpgI
TRADICIÓN PIÑONERA
PIÑONEROS. LA HISTORIA
PEDRAJAS DE SAN ESTEBAN, VILLA PINARIEGA DE CASTILLA
La villa de Pedrajas de San Esteban se encuentra situada en el extremo sureste de provincia de Valladolid, en el límite con Segovia, dentro de la comarca natural denominada Tierra de Pinares. El pueblo se halla enclavado entre la amplia llanura pinariega y los campos de cultivo que se extienden a los pies de los páramos calizos.
La abundancia de pinares en torno a Pedrajas hizo que desde tiempo inmemorial los pedrajeros se dedicaran a trabajos relacionados con el pinar: cortar leña y labrar madera; fabricar puertas y ventanas; extraer la resina y fabricar la pez; bajar y recoger las piñas para sacar el piñón o fabricar carbón.
En el transcurso de los años Pedrajas ha conservado de modo muy especial la tradición de bajar las piñas y elaborar el piñón, convirtiéndose en el pueblo piñonero por excelencia, no sólo de Castilla, sino también de España.
ORIGEN DE NUESTROS PINARES
Las características climáticas de la meseta castellana determinaron que los pinares albares y negrales se constituyeran en la formación vegetal mejor adaptada a nuestros arenales, en sustitución de los robles y encinas que probablemente caracterizaron con anterioridad nuestro paisaje. No obstante, el predominio de los pinares en nuestra tierra se debe fundamentalmente a la organización del espacio efectuada por el ser humano, que los propagó desde antiguo mediante siembras planificadas.
La existencia de pinares en las cercanías de Pedrajas está documentada por vez primera en 1210, en una delimitación de términos entre las comunidades de Íscar y Cuéllar. Por esa época empezaría a formarse el pinar del concejo de Pedrajas, aunque la primera referencia documental que sobre él hemos encontrado se halle en las Ordenanzas de Villa y Tierra de Íscar del año 1568:
"Otro sí, ordenamos e mandamos que cualquiera persona que hallaren cortando escobas en el pinar nuevo del lugar de la Pedraja, haya de pena cien maravedís de día y ducientos maravedís de noche..."
En el siglo XVII los pinares aumentaron considerablemente en torno a Pedrajas, al despoblarse varios lugares de los alrededores: Aldeanueva, Villanueva y Santibáñez; Castrejón, Ordoño y Valviadero. Esta abundancia de pinares será decisiva en la vocación pinariega de las gentes de nuestro pueblo.
LA SUBASTA DE LAS PIÑAS ALBARES
El fruto del pino tarda en madurar tres años, por lo que es posible conocer de antemano la cosecha de los dos años siguientes. Todos los inviernos, cuando se bajan las piñas maduras, que cumplirían tres años en la primavera siguiente, pueden ya distinguirse claramente las piñas de las dos cosechas venideras, llamadas entre nosotros chotas o perindolas. En ocasiones algunos pinos crían ramilletes de varias piñas juntas, a veces hasta treinta o cuarenta, que en Pedrajas son denominados "galletes".
El disfrute de las piñas albares de los pinares pertenecientes a los concejos y a las comunidades de Villa y Tierra se subastaba anualmente en el mejor postor. Anunciada la subasta mediante edictos públicos o pregones, los piñeros interesados acudían al ayuntamiento y hacían postura en el pinar anunciado, postura que podía ser mejorada sucesivamente por otros piñeros hasta el día del remate. Partiendo de la postura más elevada y mientras ardiese la cera de una candela, los piñeros iban haciendo sus últimas ofertas antes de que expirase la llama de la vela.
En torno al año 1925, comienzan a realizarse las subastas como tienen lugar en la actualidad, presentando previamente los piñeros sus ofertas en pliegos cerrados, que luego se abren en el acto público del remate.
BAJAR LAS PIÑAS: LOS PIÑEROS
Desde San Andrés, 30 de noviembre, hasta la llegada del mes de abril, comenzaban los piñeros, agrupados en cuadrillas, a bajar las piñas. Por la tradición oral han llegado hasta nosotros algunas de sus costumbres. Había en ellas justicia, es decir, se imponían penas a los piñeros que no cumplieran las normas establecidas. Por blasfemar o por no guardar la debida compostura al rezar, sufrían la multa de una perra gorda. Luego, cuando se reunía suficiente caudal, se gastaba en una cuartilla de vino, que todos juntos bebían en compañía. Por Nochevieja era tradición que los piñeros cenaran en cuadrilla con el aguinaldo que solía entregarles el patrón que los había ajustado.
Costumbre muy antigua era tocar el caracol para convocar a los piñeros al trabajo, a comer y a sus juntas. De madrugada, el zumbido del caracol, tañido por el caracolero, despertaba a los piñeros, anunciándoles el cercano comienzo de la jornada. Antes de clarear el día, con sus borricos, por blancos senderos de arena, entre las sombras de los pinos, caminaban los piñeros hasta el lugar de trabajo. De vuelta a casa, al atardecer, resonaba de nuevo el eco del caracol entre los pinos, anunciando su regreso al pueblo.
Llegados al pinar, lo primero era poner lumbre para calentarse y cocer el puchero. Y antes de comenzar la tarea, de pie, en corro alrededor del fuego, la vara de bajar las piñas en la mano, se decían algunos rezos, sobre todo a la Virgen de Sacedón, patrona de Pedrajas y de los piñeros, implorando su protección en tan arriesgada labor. Acabados los rezos, se santiguaban, y al trabajo: con su blusa jornalera, boina a la cabeza, los pies cubiertos de toscos peales de lona y calzados con albarcas, comenzaban a subir a los pinos.
Las piñas se bajaban con una larga vara de madera, que llevaba clavada en su parte superior un gancho curvo denominado media luna o gorguz. Desde lo alto de una escalera de madera apoyada en el tronco del pino, el piñero trepaba hasta la base de la copa, enganchando la media luna de la vara en alguna rama fuerte. Algunos pinos tenían mala subida, por lo que era preciso gatear, esto es, subir abrazados a ellos. Desde la base de la copa, el piñero iba tirando las piñas al suelo, picándolas con el guijo de la media luna. Del suelo eran recogidas en canastos que luego se vaciaban en aguaderas de mimbre o serones de esparto colocados a lomos de los burros, para llevarlas el acarreador a un montón grande llamado emparvadero o pez.
Bajar piñas es una labor arriesgada y dura. Hay pinos muy altos y difíciles de subir. Los piñeros antiguos siempre recordaban dos. Uno, llamado el Pino del Señorito, situado en Castrejón, que fue derribado por un vendaval en diciembre de 1982, llegó a dar hasta unas quince cargas, casi cuatro mil piñas. El otro se alza junto a la ermita de Sacedón y es conocido como el Pino de la Virgen. No todos los piñeros se atreven a bajarlo: quien se queda con las piñas de la Virgen, lo baja... si tiene salero. Otro peligro acechaba a los piñeros: los nidos de la oruga procesionaria del pino, que dicen atacaba a unos más que a otros, sobre todo cuando les caía en los ojos o les causaba grandes ronchas en la cara.
Bajadas las piñas, era obligado contarlas y amontonarlas bien, sobre todo si se bajaban los pinares a medias. Las piñas se contaban por quinas, grupo de cinco piñas cogidas con ambas manos de una vez, hasta llegar a una carga, 255 piñas. Por cargas se han contado las pi<